Figuritas de plástico, magia y Navidad
Magia 1. f. Arte o ciencia oculta con que se pretende producir, valiéndose de ciertos actos o palabras, o con la intervención de seres imaginables, resultados contrarios a las leyes naturales.
En esta época del año es común un sentimiento de nostalgia, sobre todo entre nosotros, personas de edad adulta. Hay un algo que nos arrancan de cuajo, y sin siquiera hacerlo a propósito, y es esa magia de las cosas inexplicables. Una magia cálida, confortable, la magia que se suele dar en el hogar en Navidad cuando hay niños.
Cuando era pequeña en casa montábamos un belén gigante con esas figuritas de plástico de facciones difusas y atuendos coloridos. Incluía todo lo tiene que tener un belén para ser gigante: montañas, animalitos varios, la hoguera con los pastorcillos, las señoras que lavan en el río, el señor de los bueyes, la hiladora, el caganer, los Reyes con sus respectivos pajes, un ángel, el buey, la mula, San José, la Virgen María y el Niño Jesús. Hacíamos una excursión previa, a un pinar cercano, para recoger piedras, musgo, hojas, y todo aquello que sirviese para construir el paisaje del belén. Las casitas de corcho lucían iluminadas por una ristra de luces que las dotaban de vida. Me gustaba imaginar que dentro había gente cocinando, charlando, alguien durmiendo a un bebé en brazos,…
Desde que lo montábamos hasta el día 6 de enero mi padre, por la noche cuando yo ya dormía, se encargaba de mover a los Reyes Magos un poquito, en su curso hacia el portal. Yo corría todas las mañanas, recién levantada, a ver cuánto les faltaba para llegar a su destino. La noche del 5 de enero, misteriosamente, los Reyes llegaban a su destino, y por la mañana los camellos estaban a un lado del portal y los 3 Reyes Magos observaban al Niño Jesús con sus presentes en las manos: era mi momento favorito de la Navidad.
Recuerdo perfectamente el sentimiento, la sensación, un cosquilleo en el pecho. No sabía cómo ocurría, y no me preocupaba porque había interiorizado que eso era, en efecto, la magia de la Navidad. Por mucho que ocurriese varios años seguidos no había ni un ápice de aburrimiento en mí, lo vivía con la misma ilusión, intacta, nueva cada vez. Era un hecho especial, singular, me emocionaba. Y eso es lo que provoca nostalgia en mí: haber perdido ese sentimiento mágico.
Este año, por primera vez en muchos años, me apetecía decorar la casa por Navidad y así ha sido, árbol iluminado incluido. Quizá en un intento por sentir, de nuevo, una parte de esa magia. Y sí, amics, ha funcionado. Misión cumplida.
Tengo ganas de que llegue el día 6 para colocar los regalos debajo del árbol y, aún en la cama y apretando los ojos, sentir ese cosquilleo en el pecho sabiendo que en muchos salones de España, por fin, los Reyes Magos habrán llegado a su destino.
Os deseo una feliz y mágica Navidad.
Eso me pasó a mí hace unos años y ahora tengo belén completo preparadito. Mi nueva tradición, eso sí, es descubrir dónde ha escondido Gato2 al niño Jesús cada día. Disfruta de la magia! <3
Muy felices fiestas para ti y todos los tuyos. Y que el año que viene sea mejor que este.